Papiros destacados: John Rylands (p52) y Chester Beatty II (p46)

Collección Chester Beatty. BP II ff.13&92 . Romanos 9.22-32; 10.1-11; Colosenses 2.8-19; 2.23-3.11

Los papiros más importantes que se han descubierto de las escrituras griegas son:  Papiro John Rylands (p52)  y los Papiros Chester Beatty I, II y II (p45, p46 y p47).

I

El Papiro Rylands, cuyo nombre de catálogo es P52, es uno de los más significativos de la Biblioteca John Rylands, de Manchester. El p52, fue hallado en 1920 por Bernard Grenfell y Arthur Hunt en un vertedero en AlFayum, lugar cercano al valle del río Nilo en el desierto del Egipto Medio.  Es un pequeño pedazo de papiro, (8,9×6 cm.), escrito por las dos caras y recoge fragmentos de Juan.18 31-33, 37-38 Se considera como el papiro de las escrituras griegas más antiguo encontrado hasta la fecha, pues está datado entre el 125 y 160 d.C.  Texto del Fragmento: […] los judíos: Nosotros no podemos dar muerte a nadie. Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir. Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos?”

II

 Los Papiros Chester Beatty son un grupo de papiros escritos en griego, compuesto por once manuscritos, siete de las escrituras hebreas, algunos de ellos los más antiguos que existen en griego; tres de las escrituras griegas; y un undécimo que contiene el importante Libro de Enoc y unos textos sobre liturgia no identificados.

Los papiros son adquiridos por Sir Alfred Chester Beatty (1878-1968), norteamericano nacionalizado británico, dedicado al negocio de la minería, que les presta su nombre, y se conservan en la Biblioteca Chester Beatty, en Dublin.

Chester Beatty II (p46): una parte se conserva en la colección de la Biblioteca Chester Beatty  (56 hojas) y otra parte en la Colección de Papiros de la Universidad de Michigan (30 hojas). Consta de 86 hojas, muy bien conservadas, de un códice de 104 hojas, de comienzos del siglo III (, que contenía las epístolas paulinas, incluida Hebreos, pero probablemente no las llamadas “pastorales”.  Inicialmente faltan siete páginas que contenían Romanos 1-5:17, y al final, ciertas partes de 1 Tes 5:28s y 2 Tes. El texto está estrechamente emparentado con el tipo “alejandrino o neutral”, salvo en Romanos, donde presenta numerosas lecturas “occidentales”.  Es de destacar la importancia del papiro P46 por lo que respecta a las cartas de Pablo. Es un papiro muy importante. La secuencia de los libros conservados es Romanos, Hebreos, Primera de Corintios, Segunda de Corintios, Efesios, Gálatas, Filemón, Colosenses y Primera de Tesalonicenses.  La colección original de libros de este códice quizá incluía Segunda Tesalonicenses después de Primera de Tesalonicenses; pero parece que faltaban las llamadas epístolas pastorales.

El primer editor de partes del papiro, HA Sanders, propuso una fecha posiblemente hasta la segunda mitad del siglo III. FG Kenyon, un editor posterior, prefirió una fecha en la primera mitad del siglo tercero. El manuscrito está ahora a veces fechado en alrededor de 200.  Young Kyu KIM (profesor de Calvin Theological Seminary), ha abogado por una fecha excepcionalmente temprana de c. 80.  La datación de Kim ha sido ampliamente rechazada.  Bruce Griffin criticó y disputó las citas de Kim, al colocar la ‘fecha más probable’ entre 175–225, con un ‘intervalo de confianza del 95%’ para una fecha entre 150–250.

Hebreos aparece inmediatamente después de Romanos, lo que parece indicar que estaba considerada como paulina, y había pasado, dada su amplitud e importancia, al segundo lugar de la colección. No se encuentran las llamadas “pastorales” considerando en este caso, siendo las últimas datadas dos variantes posibles:  que fueron perdidas en el tiempo por ser las últimas o probablemente aún parte integrante del corpus paulinus o que aún no habían sido escritas. La parte correspondiente a Romanos  (16, 25-27) aparece posterior al capítulo 15, lo cual contribuye a sostener la hipótesis de quienes piensan que el capítulo 16 no pertenecía originalmente a Romanos (y tal vez fuera una carta independiente de Pablo a otra comunidad, muy probablemente Éfeso.

(Varias citas y fuentes)

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CRONOLOGÍA DE LAS CARTAS PAULINAS

Cronología de las Cartas Paulinas

La cronología del ministerio de Pablo constituye la base para un esquema cronológico de sus escritos. Sin embargo, aún no se puede hacer una cronología absoluta porque el material documental relacionado es demasiado fragmentario o ambiguo. Por lo tanto, puede sugerirse más de una fecha posible para la mayoría de los acontecimientos de su vida y de sus escritos. Por esta razón no es posible asignar fechas definitivas a sus diversas cartas. (Si se descubrieran datos cronológicos que fijaran definidamente las fechas de los gobiernos de Félix, Festo o Sergio Paulo, sería posible situar la cronología de Pablo sobre una base más firme; mientras tanto, cualquier esquema cronológico sólo puede ser aproximado.

Primera a  Tesalonicenses.

Esta es la primera carta de Pablo que se ha preservado, pero quizá no sea su primera carta a una comunidad de creyentes, pues en ese tiempo parece que ya era conocido su hábito epistolar. Esto se deduce por su advertencia cuando fue escrita la segunda carta a los Tesalonicenses (2 Tes. 2: 2). Es un hecho relevante que Pablo hiciera énfasis a su firma personal como una característica de “toda carta” suya (cap. 3: 17), también insinúa que entre las comunidades estaban circulando cartas con su nombre que no eran auténticas. Parece probable que una cantidad de cartas, ahora perdidas, precedieron a la Primera a los Tesalonicenses.

La comunidad de Tesalónica había sido fundada por Pablo durante su segundo viaje misionero (49-52 d. C.). Tesalónica era la capital de Macedonia, , y estaba gobernada por siete magistrados que dependían de un prefecto. No se sabe cuánto tiempo permaneció Pablo en Tesalónica antes de que los disturbios provocados por los judíos lo obligaran a salir de la ciudad y a continuar su viaje. Su Permanencia parece haber sido corta, como puede ingerirse por su deseo de volver a Tesalónica tan pronto como pudiera. Pablo viajó de Tesalónica a Berea y después a Atenas, dejando creyentes en cada lugar; y desde Atenas envió a Timoteo hacia Tesalónica (1 Tes. 2: 17 a 3: 6).

Cuando Timoteo regresó con Silas, Pablo había continuado su viaje a Corinto (Hechos 18: 5), donde Timoteo le informó sobre la iglesia de Tesalónica, provocando esto que Pablo necesitara escribirles la carta a los Tesalonicenses muy probablemente poco después de su llegada a Corinto. Esto pudo haber sido en el año 51 d. C.

Segunda a los Tesalonicenses.

Esta carta indudablemente fue escrita no mucho tiempo después de la primera, porque sus contenidos son similares. Menciona los mismos compañeros de Pablo: Silas y Timoteo (2 Tes. 1: 1 . 1 Tes. 1: 1).

Estas consideraciones son la base para ubicar la segunda carta a los Tesalonicenses no mucho después de la primera, es decir a finales del año 51 d. C. o en principios del año 52 d. C., mientras Pablo se ocupaba activamente en atender la comunidad de creyentes que él había fundado en Corinto.

Primera a los Corintios.

Esta carta fue escrita desde Éfeso (1 Cor. 16: 8), donde el apóstol Pablo colaboró por unos tres años (54-57 d. C.) durante su tercer viaje misionero (Hech. 20: 31). Anteriormente Pablo había enviado una carta a Corinto (1 Cor. 5: 9) de modo que lo que ahora llamamos Primera carta a los Corintios, es en realidad muy probablemente la segunda carta dirigida a esa comunidad de creyentes. Fue motivada, en primer lugar, por los informes que recibió Pablo acerca de ciertas condiciones existentes en Corinto (cap. 1: 11; 5: 1), las cuales demandaban urgente atención (cap. 1 a 6); y en segundo lugar, por las interrogantes de la congregación al apóstol por los corintios (cap. 7: 1; 8: 1; 12: 1; 16: 1).

La carta fue escrita no mucho antes de que el apóstol saliera de Éfeso. Pablo había hecho planes para salir de la ciudad poco después de Pentecostés (1 Cor. 16: 8), pero es evidente que el estallido del tumulto que describe Lucas en Hechos 19: 23-41 lo obligó a salir antes. Estas circunstancias históricas, aludidas en la Carta, hacen posible que su redacción pueda situarse a mediados del año 57 d. C., cuando se aproximaba la salida de Pablo de Éfeso y es muy probable que Timoteo fuera el encargado de llevar esta carta. 1ª Cor 4:17

Segunda a los Corintios.

La fecha de esta carta puede fijarse con facilidad, pues fue escrita en Macedonia poco después de que Pablo saliera de Éfeso en el año 57 d. C., puesto que las recomendaciones anteriores de Pablo no fueron atendidas del todo (2 Cor. 2: 1; 12: 2 1).

Tito, su joven ayudante en el ministerio, había viajado de Éfeso a Corinto probablemente a mediados de del año 57 d. C., y podría haber llevado lo que conocemos como Primera Epístola a los Corintios. Cuando Tito partió, él y Pablo convinieron en que después de haber cumplido con su misión en Corinto, Tito iría a Troas, donde Pablo esperaba encontrarlo (cap. 2: 12-13); sin embargo, no fue posible. Finalmente se encontraron Macedonia (cap. 7: 5-7). Posteriormente pidió a Tito que regresara a Corinto (cap. 8: 16-18, 22-24), por lo tanto, esta carta pudo haber sido escrita en el verano del año 57 d. C.

A los Gálatas y Romanos.

Los eruditos sostienen dos puntos de vista acerca de la fecha de la carta a los Gálatas. La mayoría de ellos cree que fue escrita durante la primera visita de Pablo a Corinto, aproximadamente en el mismo tiempo cuando se escribieron las dos cartas a los Tesalonicenses. Esta afirmación se basa en la sorpresa expresada por Pablo que los gálatas se alejaran “tan pronto” del Evangelio que él les había predicado (Gál. 1: 6). Por lo tanto, los que sostienen esta opinión concluyen que la referencia “tan pronto” implica que Pablo les escribió poco después de haberlos visitado en su segundo viaje.

Según otro punto de vista, la carta dirigida a las comunidades de la Provincia Romana de Galacia la escribió Pablo durante los tres meses que permaneció en Corinto, en su tercer viaje misionero, alrededor del año 58 d. C. Esta afirmación se basa en el hecho de que las dos cartas (Gálatas y Romanos) son muy parecidas en el tema de la justificación por medio de la fe. Romanos presenta una ampliación parecida, pero con circunstancias diferentes aunque también dirigida a judíos y gentiles Rom 1:5,13  por lo cual pudo haber sido escrita poco después de Gálatas.

La carta a los Romanos contiene varias afirmaciones claras en cuanto al tiempo cuando fue escrita. Pablo tenía el plan de continuar su obra en el Occidente, especialmente en España (Rom. 15: 24, 28), región que esperaba visitar en un futuro cercano. Sin embargo, primero tenía que hacer un breve viaje a Jerusalén, porque se sentía comprometido entregar personalmente a los pobres de esa ciudad los fondos que había reunido para ellos en las comunidades de Grecia y Macedonia (vers. 25-27). Durante su proyectado viaje a España, esperaba cumplir con visitar la comunidad  de Roma (cap. 1: 8-11; 15: 23-24).

Las afirmaciones acerca de los planes de viaje de Pablo, muestran claramente que la carta a la comunidad de creyentes de Roma fue escrita poco antes de su viaje de Corinto a Jerusalén. Puesto que Pablo salió de Corinto poco antes de la época de la Pascua del año 58 d. C. (Hech. 20: 16), después de haber pasado tres meses en Grecia (vers. 3), puede concluirse entonces la Carta a los Romanos fue escrita durante los primeros meses del año 58 d. C. Gálatas fue probablemente escrita poco antes, a fines del año 57 d. C. o a principios del 58.

Las cartas de Pablo en prisión.

Las Cartas escritas por el apóstol durante su encarcelamiento son Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón. (Efe. 6: 20; Fil. 1: 13-14; Col. 4: 18; File. 1, 9.)

Es evidente que las Cartas a los Efesios, a los Colosenses y a Filemón fueron enviadas aproximadamente al mismo tiempo, porque en ellas Pablo nombra a los mismos individuos. Pablo envió a Tíquico y a Onésimo con las cartas a Éfeso, a Colosas y a Filemón (Efe. 6: 21; Col. 4: 7-9). Onésimo era un esclavo que había huido de Filemón y ahora estaba dispuesto a regresar a su amo Filemón, en Colosas (File. 10-11). Pablo escribió la Carta a Filemón como una súplica al amo de Onésimo en favor de su esclavo.

Desde el comienzo de la llamada era cristiana, se ha considerado a Roma como el lugar desde donde fueron enviadas las cartas de la prisión. Generalmente se las ha ubicado en la parte final del encarcelamiento del apóstol en Roma, pues en ellas expresa la esperanza de ser liberado, para lo cual tuvo que haber tenido alguna razón (Fil. 2: 24; File. 22). Su encarcelamiento en Roma duró dos años (Hech. 28: 30), desde principios del año 61 d. C. hasta el 63 d. C., según la cronología de su ministerio. Por lo tanto, a Efesios, Colosenses y Filemón se les puede asignar la fecha aproximada del año 62 d. C.

Algunos eruditos creen que estas tres cartas corresponden con los dos años de encarcelamiento de Pablo en Cesárea (probablemente mediados del año 58 d. C. a finales del 60 d. C.), o también con un período incierto de encarcelamiento en el Asia Menor. Afirman que la esencia de estas cartas demanda una proximidad geográfica mayor entre Pablo y sus destinatarios, de la que hubiera existido si Pablo hubiese escrito desde Roma; sin embargo, estos argumentos no son muy convincentes, y las teorías de hacer corresponder las epístolas de la prisión con el cautiverio en Cesárea u otro encarcelamiento desconocido de Pablo, por lo general han recibido una respuesta poco favorable.

La carta a los Filipenses es quizá la última de las cartas de la prisión. Pareciera que Pablo había estado en Roma durante algún tiempo (ver com. Fil. 1: 12-14). Es evidente que Pablo esperaba un resultado favorable de su apelación a César (Hech. 25: 10-12), lo que le permitiría visitar una vez más a la congregación de Filipos (Fil. 2: 24). Por lo tanto, puede llegarse a la conclusión de que la carta a los Filipenses quizá fue escrita en el año 63 d. C.

Hebreos.

Difiere de las otras trece cartas de Pablo en que el texto no contiene en ninguna parte el nombre del autor.  Pablo comienza con su nombre cada una de sus otras cartas conocidas (Rom. 1: 1).

Sin embargo, aceptar a Pablo como autor de hebreos no resuelve los problemas referentes al lugar de su origen y a la fecha. No se sabe dónde se escribió la carta, aunque la declaración “los de Italia os saludan” (Heb. 13: 24), a pesar de ser ambigua, sugiere que fue escrita en Italia.

También hay incertidumbre en cuanto a la fecha de su escritura. Clemente de Roma ya conocía la carta en el año 95 d. C., pues al escribir a los corintios en ese año citó Heb. 1: 3-14 (Clemente, primera epístola a los corintios 36). Esto prueba que la carta era conocida en Roma antes del fin del siglo primero. En realidad, hay indicios en su contenido de que la carta fue escrita antes de la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d. C., puesto que tácitamente declara que el servicio en el templo aún se llevaba a cabo (ver cap. 9: 6, donde la forma verbal “entran” [BC, BJ, RVR] tiene en el texto griego el sentido de “estar entrando” y que el antiguo pacto estaba “próximo a desaparecer” (cap. 8: 13), hacen que parezca probable que el templo aún no había sido destruido cuando se escribió Hebreos.

Se ha escogido el año 63 d. C. como la fecha de la escritura de Hebreos, y Roma como su lugar de origen, sin que esto impida que haya otras fechas y otros lugares.

A Timoteo y Tito

Las cartas a Timoteo y a Tito son llamadas “cartas pastorales”, porque se mencionan en gran medida  deberes para los que están a cargo de las congregaciones. En este sentido pueden ser llamadas “los manuales de congregaciones” más antiguos. Se las dirige a dos de los más jóvenes colaboradores de Pablo. Parece claro que se escribieron en el tiempo del ministerio del apóstol que siguió a su primer encarcelamiento en Roma. Puesto que esta parte de la vida de Pablo no está incluida en los Hechos, poco se conoce de sus hechos y viajes durante ese tiempo.

Se desconoce la extensión del período de los últimos viajes de Pablo. Por eso, su último encarcelamiento, que probablemente continuó a través de un invierno (2 Tim. 4: 21), podría ser ubicado en el 66-67 d. C. Si Pablo primero llegó a Roma en el 61 d. C., sus dos años de encarcelamiento habrían terminado en el 63 d. C. Esto deja unos tres años para sus últimos viajes: 63-66 d. C.

Como Pablo había indicado en sus Cartas de la prisión que esperaba visitar las iglesias de Asia y Macedonia tan pronto como le fuera posible (Fil. 2: 24; File. 22), puede concluirse que viajó a esos lugares poco después de haber quedado libre. Visitó a Efeso, la ciudad principal de la provincia de Asia, antes de seguir a Macedonia (1 Tim. 1: 3), donde se encontraba Filipos. La primera carta a Timoteo fue escrita después de esas visitas, y por eso su fecha podría fijarse aproximadamente un año después de su liberación, quizá en el año 64 d. C.

La carta a Tito parece que fue escrita un poco después, aunque su material es muy similar al de la primera carta a Timoteo. Hace referencia a la obra de Pablo en la isla de Creta, lo que podría haber acontecido también durante este último viaje misionero (Tito 1: 5). Sin embargo, cuando la carta fue escrita Pablo ya había dejado la isla, y quizá había ido a Grecia dejando a Tito a cargo de la obra en Creta. Al referir a Tito su plan de pasar el invierno siguiente en Nicópolis, en la costa occidental de Grecia, pidió a su joven colaborador que se encontrara allí con él (cap. 3: 12). Si se calcula un año para el viaje de Pablo en Asia Menor y Macedonia y algún tiempo para su obra en Creta y Grecia, la fecha de su carta a Tito podría ser alrededor del 65 d. C.

Los viajes posteriores de Pablo probablemente lo llevaron a Corinto, a Mileto (sur de Efeso) y a Troas (2 Tim. 4: 13, 20), y sin duda también a otras ciudades. Troas parece haber sido la ciudad donde él fue otra vez arrestado.

Después de su arresto, quizá en el año 66 d. C., Pablo fue llevado de nuevo a Roma. En el tiempo cuando escribió su segunda carta a Timoteo, parece que ya había comparecido una vez ante el tribunal, pero aún no había sido sentenciado (2 Tim. 4: 17). Aunque indudablemente tenía poca esperanza de un veredicto favorable (vers. 6), parece que pensaba que podría pasar por lo menos el invierno siguiente en Roma (vers. 21), quizá porque sabía por experiencia cuán lentamente actuaban los tribunales romanos. Si esta expectativa suya se cumplió, y murió en el año 67 d. C., la segunda carta a Timoteo podría corresponder a finales del año 66 d. C.

SINTESIS CRONOLÓGICO

  1. Alrededor de los años 50-53 D.C.; escritas durante el segundo viaje misionero de Pablo:

PRIMERA A  TESALONICENSES

SEGUNDA A  TESALONICENSES

 

  1. Alrededor de los años 54-58 D.C.; escritas durante el tercer viaje misionero:

PRIMERA A LOS CORINTIOS

SEGUNDA A LOS CORINTIOS

GALATAS

ROMANOS

 

  1. Alrededor de los años 59-63 D.C.; escritas durante la primera encarcelación de Pablo en Roma:

COLOSENSES

EFESIOS

FILEMON

FILIPENSES

HEBREOS

 

  1. Alrededor de los años 64-67 D.C.; escritas después de su liberación de la primera encarcelación y durante la segunda encarcelación de Pablo en Roma:

PRIMERA A TIMOTEO

TITO

SEGUNDA A TIMOTEO

 

Bibliografía

  1.  http://sallomo.es/cronologia-las-cartas-Pablo-tarso/
  2. TOMO I: LAS EPISTOLAS CURSO BÍBLICO “ALPHA” RALPH VINCENT REYNOLDS

NOTAS COMPILADAS POR RODOLFO CALDERA MEJIA

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La destrucción del templo de Jerusalén

En el año 70 d.C., el emperador Vespasiano encargó a su hijo Tito sofocar la violenta revuelta que desde hacía cuatro años sacudía Judea. Tras un duro asedio, Tito logró conquistar Jerusalén y destruyó y saqueó el Templo

Jerusalén bajo el fuego. Esta litografía de Robert Davis, del siglo XIX, recrea la conquista de Jerusalén por las legiones romanas al mando de Tito, hijo del emperador Vespasiano, en el año 70 d.C. 

 

En las primeras semanas del año 70 d.C. empezaron a llegar a Alejandría embajadores de todo el mundo mediterráneo, enviados por los gobernadores de las provincias del Imperio y Estados aliados; hasta el rey de los partos se desplazó en persona a la capital egipcia. Todos acudían con un único propósito: felicitar a Vespasiano, el general al que las legiones de Roma acababan de proclamar nuevo emperador.

Vespasiano había llegado al Próximo Oriente cuatro años antes. Nerón, antes de sucumbir a una conspiración contra su tiránico régimen, lo había nombrado gobernador de Judea con una misión muy precisa: acabar con la rebelión de los judíos contra Roma. Su antecesor en esa tarea, el legado de Siria, Cestio Galo, había fracasado estrepitosamente, de manera que Vespasiano se mostró prudente y no quiso atacar de inmediato Jerusalén, la capital de Judea y baluarte de la resistencia. Pero ahora, antes de partir hacia Roma para tomar posesión de su nueva dignidad, el recién nombrado emperador quiso dejar encaminado el problema y encargó a su hijo primogénito, Tito Vespasiano, la conquista de la ciudad sagrada de los hebreos.

 

Los restos del Templo. El Muro de las Lamentaciones, en la imagen, es el único vestigio que queda hoy del Segundo Templo de Jerusalén, erigido por Herodes y destruido por Tito durante la primera guerra judía.

El primer asalto

Tito quedó al mando de cuatro legiones: la V Macedónica, la X Fretensis, la XV Apollinaris y la XII Fulminata; en total, unos 60.000 hombres entre legionarios, jinetes, tropas auxiliares, ingenieros e innumerable personal. Una fuerza colosal, a la altura de lo que también era un descomunal desafío. Jerusalén, en efecto, parecía una ciudad inexpugnable. Estaba fortificada con tres murallas y albergaba, además del recinto del Templo, dos tremendas fortalezas: el antiguo palacio de Herodes el Grande, con tres torres imponentes, y la fortaleza Antonia, en el ángulo noroccidental del Templo, con cuatro torres muy potentes.

 

Dentro de la ciudad había dos murallas: una separaba la Ciudad Nueva de la antigua, situada al lado del Templo; la otra cortaba el paso desde este barrio a la Ciudad Alta. Y, finalmente, había un cuarto muro entre la ciudad alta y la baja. La tercera muralla defendía la zona septentrional de Jerusalén, la más llana y propicia a un ataque. Los lados occidental, sur y oriental eran prácticamente imposibles de franquear, pues el desnivel entre los muros y los valles circundantes era muy pronunciado.

Además, en la ciudad se habían hecho fuertes varios grupos de zelotes, una corriente de judíos exaltados que propugnaban desde hacía décadas la rebelión contra el poder romano. Juan de Giscala, Simón bar Giora y Eleazar ben Simón se repartían el dominio de Jerusalén, en medio de recelos mutuos que desembocaron en una auténtica guerra civil, de la que sería víctima uno de ellos, el sumo sacerdote Eleazar. En su furia sectaria cometieron graves errores, como por ejemplo destruir los depósitos de grano, que según algunos hubieran permitido a Jerusalén resistir durante años un asedio. Pero a la llegada de Tito todos estaban dispuestos a luchar hasta la muerte, y frenaron todos los intentos de los judíos más moderados y pacíficos de llegar a un acuerdo con los romanos.

El sitio de Jerusalén duró cinco meses, de marzo a septiembre del año 70, y conocemos su desarrollo gracias a Flavio Josefo, un judío al servicio de Tito que lo relató detalladamente en su libro La guerra de los judíos. Tito inició el ataque por el norte. Sus tropas desplegaron la impresionante maquinaria de asedio romana: balistas y otros ingenios castigaban a los defensores con un bombardeo de piedras y jabalinas, mientras la infantería trataba de perforar las murallas mediante arietes, vigas de madera montadas sobre plataformas o en torres móviles. Para realizar esta operación era necesario nivelar el terreno, por lo que los soldados construyeron terraplenes de madera con tierra encima. La madera se obtuvo de los bosques próximos, que quedaron totalmente talados en un radio de 20 a 25 kilómetros. Al ver que los romanos estrechaban cada vez más el cerco, los judíos respondieron arrojando antorchas encendidas contra las máquinas de guerra romanas. En una ocasión, incluso, hicieron una salida en masa para incendiar el material bélico romano, pero fueron rechazados por tropas de élite de Alejandría y por la bravura personal de Tito, que arremetió contra los judíos al frente de su caballería y mató él mismo a doce de ellos, según relata Flavio Josefo.

Las máquinas de asalto abrieron un boquete en la tercera muralla, la más exterior, y los romanos penetraron en la Ciudad Nueva. Ocupada la zona, los romanos pudieron preparar el asalto a la Ciudad Vieja, la fortaleza Antonia y el Templo. Ante la feroz resistencia de los sitiados, cuenta Josefo que Tito permitía a sus soldados crucificar cada día a quinientos prisioneros judíos frente a las murallas para intimidar a los que resistían: «Eran tantas sus víctimas que no tenían espacio suficiente para poner sus cruces ni cruces para clavar sus cuerpos».

 

El final de la rebelión. Masada, convertida en fortaleza por Herodes un siglo antes, fue el último foco de resistencia judía frente a Roma. Tras un duro asedio las legiones tomaron la plaza en el año 73.

Caen las murallas

El siguiente objetivo de los romanos fue la segunda muralla, que no tardó en desplomarse. Luego pusieron sitio a la fortaleza Antonia. Tito ordenó construir cuatro nuevos montículos o plataformas para asentar los arietes y otros artilugios y lanzar el asalto. Pero Juan de Giscala había hecho excavar túneles desde la fortaleza hasta el lugar donde estaban los terraplenes; dentro puso madera untada de pez y betún y ordenó prenderle fuego. El resultado fue que el suelo bajo los terraplenes se hundió, sumiendo en la confusión a los romanos. Unos días después, un comando de judíos penetró entre las tropas romanas y, pese a ser atacado con flechas y espadas por todas partes, logró incendiar las armas de asalto enemigas. «En esta guerra no se han visto hombres más audaces y más terribles que éstos», escribe Josefo.

Tito levantó entonces un muro de circunvalación en torno a la muralla de la ciudad, a fin de que nadie de entre los sitiados pudiera salir de noche en busca de alimentos. El bloqueo se hizo sentir pronto y la cruda realidad de la hambruna se adueñó de Jerusalén. Josefo, que entró en la ciudad como embajador del general romano, testimonia los devastadores efectos de esta estrategia: «Los tejados estaban llenos de mujeres y de niños deshechos, y las calles de ancianos muertos. Los niños y los jóvenes vagaban hinchados, como fantasmas, por las plazas y se desplomaban allí donde el dolor se apoderaba de ellos […] Un profundo silencio y una noche llena de muerte se extendió por la ciudad». A ello se sumaba el régimen de terror impuesto por los jefes de la rebelión, que ordenaban asesinar a quienes intentaban huir u ocultar algún alimento. Josefo cuenta el caso de una mujer que mató, asó y devoró a su propio hijo y ofreció a los jefes de la rebelión los restos para que participaran en el macabro banquete.

Finalmente, los arietes romanos lograron derrumbar un muro de la fortaleza Antonia. Aunque Juan de Giscala había erigido un murete interior, éste también fue tomado y los defensores no tuvieron otra salida que huir al Templo adyacente. Éste constituía en sí mismo una tremenda fortaleza y los romanos tuvieron que organizar un nuevo sitio. En esta ocasión, los arietes no bastaron, y los legionarios hubieron de emplear escaleras de asalto para superar la muralla exterior del templo y entrar en el llamado patio de los Gentiles. Juan de Giscala y Simón bar Giora se refugiaron en el recinto interior, desde donde rechazaron las ofertas de rendición de Tito.

La batalla del Templo

El gran atrio del Templo estaba rodeado por un suntuoso pórtico que pronto se convirtió en escenario de los combates. En una ocasión los judíos tendieron una trampa a sus enemigos. Se retiraron a una de las estoas porticadas, y cuando los romanos la asaltaron y ascendieron hasta los tejados prendieron fuego a maderos que previamente habían acumulado allí. Murieron muchos asaltantes, bien por el fuego o arrojándose al patio, donde fueron rematados. Instados por Tito, los legionarios prosiguieron la lucha con redoblada ferocidad. Eran muchos los que exigían al general que destruyera totalmente el Templo, a lo que Tito se resistía, según cuenta Josefo. El mismo autor afirma que fue un soldado quien, sin orden expresa, lanzó por su cuenta una tea contra esta zona interior del templo, de forma que el fuego prendió rápidamente. Tito corrió a impedirlo, pero los soldados no le hicieron caso y arrojaron más teas. Pronto toda la zona santa del Templo fue pasto de las llamas.

La batalla cuerpo a cuerpo continuó en la Ciudad Baja, que también fue saqueada e incendiada. Los archivos, la cámara del Sanedrín y todas las casas y mansiones que se habían salvado hasta entonces quedaron ahora arrasados. La represión de los legionarios romanos fue feroz. Josefo lo expresa con una imagen impactante: «Degollaron a todos aquellos con los que se toparon, taponaron con sus cadáveres las estrechas calles e inundaron de sangre toda la ciudad, de modo que muchos incendios fueron también apagados por esta carnicería».

Pero las operaciones no terminaron aquí: quedaba aún la parte alta de la ciudad, separada por una muralla, donde se habían hecho fuertes Simón bar Giora y sus partidarios. El antiguo palacio de Herodes, protegido por sus tres tremendas torres, seguía alzándose imponente ante las legiones de Tito. Los romanos construyeron nuevas plataformas para situar los arietes, que reanudaron su tarea. La muralla de la Ciudad Alta se derrumbó por varios sitios y los romanos penetraron por las estrechas callejuelas sin encontrar casi oposición. A estas alturas, el cansancio, el hambre y el desaliento habían minado los ánimos de los sitiados, que se rindieron a los pocos días. Simón bar Giora escapó por unos pasadizos subterráneos, para reaparecer más tarde vestido de blanco y púrpura, enloquecido por el hambre y la sed. Fue capturado y murió ejecutado en Roma.

 

El triunfo de Tito. Relieve del arco de Tito, en Roma, con una representación del triunfo del emperador. En la imagen puede verse la exhibición de los tesoros del templo, entre ellos la menorah de siete brazos.

Esclavizados y desterrados

Judea quedó casi arrasada. Aunque las cifras de muertos o desaparecidos que da Josefo sean exageradas, quizás hubo unos 250.000 damnificados en un país que no debía de llegar al millón de habitantes. La inmensa mayoría fueron vendidos como esclavos; unos pocos se destinaron a combates de gladiadores; otros, a las minas de Egipto, y los menos volvieron a su vida normal en un territorio arruinado. En verdad, como sostenía el propio Josefo, el dios de los judíos se había puesto del lado Roma.

Tito ordenó destruir por completo el Templo y las demás construcciones herodianas; sólo dejó en pie las tres torres del palacio de Herodes como testimonio de «la fortuna del conquistador», escribe Josefo. El templo de David y Salomón ya había sido destruido por los asirios en el año 586 a.C., para ser reconstruido poco después y ampliado según el grandioso plan de Herodes. Pero esta vez no habría nadie para reconstruirlo. Los judíos quedaron desamparados, expulsados de su ciudad sagrada, sin sacerdotes que dirigieran su culto. A partir de entonces se refugiarían en el cumplimiento de la Ley, la oración, las reuniones de la sinagoga y el trabajo silencioso, bajo la guía de los rabinos. Hasta que una última rebelión en su patria, bajo el gobierno del emperador Adriano (131-135), los lanzaría a un largo exilio: la diáspora.

Tomado de NationalGeographic

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Jano: el dios de los inicios

El Año Nuevo comenzó a festejarse en 1582. Fue Gregorio XIII quien lo dispuso al inaugurar el nuevo calendario (Gregoriano) , que sustituyó al juliano.

Según inscripciones antiguas en Babilonia esta fiesta era celebrada a mediados de marzo. En ese momento, el dios Marduk decidía el destino del reino para el año siguiente. La fiesta babilónica del año nuevo duraba once días, en los que se hacían sacrificios, procesiones y ritos de la fertilidad.

Los romanos también consideraron que el año empezaba en marzo, sin embargo, en 46 a.c, el emperador Julio César decretó que fuera en enero, un día ya dedicado a Jano (el dios de los inicios) y a partir de entonces sería el primer día del calendario romano (juliano).

Jano (en latín Janus) en la mitología romana, es el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año. (El nombre de este mes se derivó del nombre del dios Jano, que en español pasó del latín Januarius a Janeiro y Janero y de ahí a Enero).

Jano es representado con dos caras, mirando hacia ambos lados de su perfil. La celebración del Año Nuevo era una práctica pagana (religión romana), Sin embargo, supuestamente para facilitar la “conversión de los paganos” al llamado Cristianismo, se aceptó la celebración del 1 de enero, pero la convirtió en la Fiesta de la Circuncisión de Cristo.

Hacer propósitos de Año Nuevo es tan antiguo como la celebración misma. Los antiguos romanos también hacían propósitos de año nuevo, el más popular era pedir el perdón de sus enemigos.

 

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EL INFIERNO (¿Doctrina o mito judeocristiano?

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El mundo religioso judeocristiano ha discutido sobre el infierno a lo largo de la historia, originariamente la palabra del hebreo seol designaba lo que queda situado más abajo o inferior, así pues, la palabra seol no comunicó ninguna idea de calor o tormento, luego tradujeron las palabras Hades y Gehena provenientes del griego como infierno.

Para los grupos denominacionales corporativos evangélicos, el infierno es presentado como un lugar de castigo, con fuego y azufre, la separación eterna de la presencia y gloria de Dios; que tras la muerte, el alma de quienes se han salvado va al Cielo y la de los que no al Infierno. Que tras la resurrección de la carne, alma y cuerpo volverán a juntarse tanto para quienes están en los cielos como para quienes están en el infierno, que el castigo del Infierno es eterno y consciente. Que quienes no han sido redimidos van al infierno y se condenan eternamente sin que se espere ningún rescate por ellos, que Dios no condena al hombre, sino que tal cosa es consecuencia justa de su pecado.

Para los testigos de Jehová, el infierno de fuego como lugar de tormento no forma parte de sus doctrinas, quienes afirman que tal creencia sería una difamación de Dios al contradecir el hecho de que Jehová es un Dios de amor (1 Juan 4:8), afirman que la idea del infierno de fuego como lugar de tormento es precristiana y que procede de la mitología de Mesopotamia, los Testigos de Jehová creen que el infierno es el sepulcro común de la humanidad, el (seol) es la sepultura colectiva, un lugar simbólico donde no existe ninguna actividad.

La concepción católico romana acerca del infierno es que suelen definirlo de forma abstracta, como un estado de pérdida más que una tortura, aunque con la peculiaridad de que antes de ir al infierno está el Purgatorio, de donde los recluidos allí, pueden salir mediante misas, estas filosofías huecas y sutiles están basadas en el análisis desde un estado emocional y un punto de vista del libre albedrío, en el cual se asume que el ser humano va al Infierno por voluntad propia, al igual que va al Paraíso por su propia voluntad.

La referencia que Jesús hizo sobre el infierno tiene que ver de una manera precisa con un lugar geográfico en Jerusalén, el término que utilizó para ese lugar en Jerusalén fue ge hinnom, palabra proveniente del arameo cuyo significado era el valle de hinom cuya traducción al griego es Gehena.

La puerta abierta al sudoeste de Jerusalén daba hacia ese valle, conocido como el valle del hijo de Hinom (Jer 7: 31,19, 2-6.); el libro de Jeremías habla de los residentes que adoraban a Moloch (Jer 32: 35.) en épocas antiguas, en el Tofet, según el Antiguo Testamento, los cananeos sacrificaban a niños al dios Moloch, quemándolos vivos; una práctica que fue proscrita por el rey Josías (2 Reyes 23, 10), quien convirtió aquel lugar desde el año 638 a.C en un enorme basurero, donde se quemaba todo tipo de basura, incluidos los cadáveres de animales y seres humanos ejecutados como criminales, a fin de consumir todos los desechos y evitar el hedor, el fuego era mantenido constantemente, agregando incluso azufre. Nada escapaba de la destrucción en el ge hinnom; los cadáveres que no eran alcanzados por el fuego finalmente eran devorados por los gusanos hasta dejar sólo los huesos, luego el valle de hinom pasó a ser considerado por los escritores apocalípticos judíos, como la entrada al infierno.

Pero de ¿dónde Jesús saco la expresión donde del gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga?, pues del viejo testamento de lo escrito en el rollo del profeta Isaías y todo esto tiene que ver con la retribución al pueblo de Israel, veamos (Isaías 66: 15, 16, 22 – 24): Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados. Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová. Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre.

Es muy significativo lo siguiente: sólo los judíos conocían y podían entender lo que significaba el que fuesen arrojados en al ge hinnom; a los gentiles jamás se les advierte de ser echados al Gehena; por consiguiente, si a los gentiles nunca se les dijo nada sobre el gehena esto hace incomprensible que el infierno se trate del destino universal para los seres humanos.

Veamos a Jesús advirtiendo al pueblo judío sobre el ser echados al infierno de fuego, naturalmente por la ofensas a la ley, pero también recibirán retribución por ser un pueblo rebelde y contradictor, leamos a (Marcos 9: 43 – 49): Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.

Cuando pablo escribe su segunda carta a los tesalonicenses, pablo esta también haciendo alusión de los que Isaías escribió, sobre el tiempo de descargar el furor y la represión, todo acontecería en el tiempo de Pablo, por eso expreso lo siguiente en (2 Tes 1: 5 – 10): Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).

¿De quién está hablaba pablo en estos versos anteriormente relacionados? Del pueblo de Israel, ¿para quien era la retribución en llama de fuego? Para los hijos de ira preparados para destrucción, los rebeldes que se encontraban en Jerusalén, los que se oponían a la predicación del evangelio, todo se consumó en el año 70 d C. Por consiguiente, todas las predicas y filosofías huecas y sutiles sobre el infierno que ofrecen detalles gráficos y siniestros, es una hipótesis falsa para crear miedo y zozobra entre los adeptos del judeocristianismo en perfecta armonía con los estudios de películas de Hollywood.

Lic. Saúl Emilio Chávez. Ministro de la Gracia.

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PROCLAMA PÚBLICA APOSTÓLICA: LA ULTIMA REFORMA.

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El tema central de nuestra predicación como LA ULTIMA REFORMA, es el Evangelio de Pablo; no hay otro y para enfatizarlo lo resumimos en tres aspectos inclusivos que consideramos medulares, ineludibles y de extrema relevancia doctrinal; los cuales son:

  1. Pablo es el apóstol de los gentiles (Rom 11:13; Gal 2:2; Efe 3:8; I Tim 2:7; Hch 9:15, 22:21; 26:17); por tanto, es el instrumento para dar a conocer los misterios a la Iglesia de Jesucristo (Efe 3:10); y debe entenderse como su único Apóstol. Pablo incluso ddenominaba su ministerio como el Apostolado de la Incircuncisión (Gal 3:7; Rom 3:30); estableciendo con claridad meridiana una diferencia entre la alianza final con la Iglesia (Su Esposa) y el fenecido pacto hecho con el Pueblo Judío, el cual fue rechazado víctima de las cláusulas de ese mismo pacto.
  2. Su Apostolado es la única vía de revelación para la Iglesia (Gal 1:12; Efe 3:3); de hecho, Pablo enfatiza su apostolado desde la perspectiva de su misión (Rom 1:5; I Cor 9:2) ; por eso se define como el “perito arquitecto” (I Cor 3:10); y su mensaje como “mi evangelio” Rom 2:16, 16:25; II Tim 2:8).
  3.  Su Mensaje, sus cartas y su revelación son el evangelio (Rom 15:16; 15:20; I Cor 1:17; 4:6; 4:15; 9:16; II Cor 10:16; Gal 1:6; Efe 3:6); él único destinatario de sus cartas es la Iglesia; el cristianismo tradicional considera la inspiración plenaria de las escrituras hebreas y griegas en su conjunto; sin embargo, son las  Cartas de Pablo (y las declaraciones suyas registradas en el Libro de los Hechos de los apóstoles) el evangelio para la Iglesia; por eso lo consideramos de forma exclusiva el evangelio de pablo; el destinatario de los escritos griegos anexos al llamado nuevo testamento tienen otro destinatario; y de los libros histórico-biográficos, el que mayor relevancia tiene por el sentido crítico de su autor es el de Lucas. Las escrituras hebreas son un componente importante de historia y reflexión, pero no de revelación.

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APOCALIPSIS DE JUAN: ¿UNA REVELACIÓN? I

 

 

 

NOTAS SOBRE APOCALIPSIS.

El autor del Apocalipsis se nombra a sí mismo varias veces: Juan (Ap 1, 1.4.9; 22,8). La tradición cristiana antigua identifica unánimemente este Juan con el apóstol Juan; Justino, que escribió su Diálogo con Trifón en el mismo Éfeso unos 50 años después de la muerte de Juan apóstol, afirma expresamente: «Hubo entre nosotros un varón, por nombre Juan, uno de los apóstoles de Cristo, el cual profetizó en la Revelación (Apocalipsis) que le fue hecha, que los que hubieren creído en Cristo pasarían mil años en Jerusalén» (PG 6, 669). También Papías (ea. 130) afirmaba la autenticidad del Apocalipsis, según Andrés de Cesarea (PG 106, 220). Y Ireneo (ca. 190), heredero de las tradiciones de Efeso por haber vivido allí cierto tiempo, identifica al autor del Apocalipsis con el apóstol Juan (Adv. Haer. 4, 20, 1 l; 5, 26, l; 5, 30, 3). Igualmente el Fragmento de Muratori (ca. 170) alude claramente al Apocalipsis como obra de Juan (EB 6). Otros muchos escritores del s. II y de la primera mitad delbs. III consideran también el Apocalipsis como obra de Juan apóstol. Es usado, en efecto, por Melitón de Sardes (ca. 170), que incluso escribió un comentario a dicho libro; por Tertuliano (ca. 207); por Clemente Alejandrino (ca. 215) y por Orígenes (ca. 233). Indudablemente, esta unanimidad de la tradición en los primeros siglos tiene gran peso para establecer a Juan el discípulo como el autor.

Sin embargo, tal unanimidad fue rota en el s. III por reacción contra los montanistas que hacían uso indebido del Apocalipsis. El presbítero romano Cayo fue el primero que negó todo valor canónico al Apocalipsis, También Dionisio, obispo de Alejandría, puso en duda su origen apostólico. Eusebio de Cesarea también parece inclinarse en favor de la tesis de Dionisio de Alejandría. Tampoco consideran el Apocalipsis como auténtico y canónico Cirilo de Jerusalén y Gregorio Nacianceno. Teodoreto y Juan Crisóstomo nunca lo citan, lo que parece indicar que no lo consideraban como libro canónico. La versión siriaca Peshitta de la Biblia tampoco lo contiene. Estos escritores que niegan la autenticidad del Apocalipsis constituyen un elemento importante por parte de la tradición patrística. Increíblemente fue hasta el concilio de Trento, en su decreto De canonicis Scripturis (8 abr. 1546), que declara el Apocalipsis de Juan inspirado y canónico (EB 59-60).

** NOTAS AL MARGEN **

El Concilio de Trento fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica desarrollado en periodos discontinuos durante veinticinco sesiones entre el año 1545 y el 1563. El concilio de Trento fijó el “canon de la Iglesia católica” declarándolo dogma. En la Sesión IV del Concilio: Celebrada el 8 de abril de 1546 se estableció la aceptación de los “Libros Sagrados” y las tradiciones de los apóstoles. Se declararon la Tradición y las Sagradas Escrituras como las dos fuentes de la revelación. La Vulgata se consideró la traducción aceptada de la Biblia. Una pregunta inquietante surge de tales hechos: ¿Por qué necesitaron 1500 años para oficializar una lista de “Libros sagrados” y establecer un credo? obviamente generaría un abanico de respuestas, todas ellas formuladas desde distintos ángulos, sin embargo; era obvio en términos generales, que aún subsistían reservas de muchos sectores o corrientes sobre la supuesta “canonicidad” de algunos de los libros contenidos.

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Exégesis y Análisis de II Timoteo 3.16

Exégesis  y Análisis  de II Timoteo 3.16

Por Héctor Benjamín Olea Cordero

 

 

Para responder adecuadamente la pregunta que conforma da origen a este artículo o ensayo, hay que considerar seriamente tres factores, uno de naturaleza textual, y dos de naturaleza histórica. El primer factor a considerar es lo que real y efectivamente dice y comunica el texto griego del pasaje en cuestión (componente textual). Luego, obviamente, se impone el que verifiquemos si a través de las distintas versiones de la Biblia se ha logrado un acceso adecuado al sentido del texto griego de 2 Timoteo 3.16.

 

El segundo factor a tomar en cuenta es la situación en que se encontraba, para el momento en que se supone que se escribió la segunda epístola a Timoteo (componente de naturaleza histórica), el conjunto de libros que vendría a constituir el Antiguo Testamento como lo conocemos hoy. El tercer factor a considerar es la real y verdadera situación en la que se encontraba, para cuando se supone que se escribió la segunda epístola a Timoteo, el conjunto de libros que finalmente vendría a constituir el canon del Nuevo Testamento compuesto por los 27 libros como lo conocemos hoy.

El primer factor, el elemento textual

Una correcta traducción de 2 Timoteo 3.16 es: Toda (cada) escritura (escrito) inspirada (que está inspirada) por Dios, también es útil, para la enseñanza, para el convencimiento, para la corrección, para la instrucción en la justicia.

Esto nos dice que la traducción de este pasaje en la Reina Valera de 1960 y otras que van en la misma línea, no es la más acertada, aunque sí necesaria para muchos.

A continuación, para fines de comparación y evaluación menciono una serie de versiones que traducen nuestro pasaje en cuestión en una forma básicamente similar que la Reina Valera de 1960:

1) Reina Valera 1909: Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia

2) Reina Valera 1977: Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia

3) Reina Valera 1995: Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia

4) Versión popular Dios habla hoy: Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud

5) La Biblia textual 2001: Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñanza, para refutación del error, para corrección, para instrucción en la justicia”

6) Reina Valera actualizada 2006: Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en la justicia”

7) La Biblia de Jerusalén: Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia

8) La Biblia del peregrino de estudios: Toda Escritura es inspirada y útil para enseñar, argüir, encaminar e instruir en la justicia

9) La Biblia Latinoamérica, edición pastoral: Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien

10) La Biblia de las Américas: Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia

11) La nueva Biblia de los hispanos: Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia”

12) La Biblia en lenguaje sencillo (Biblia en lenguaje actual): Todo lo que está escrito en la Biblia es el mensaje de Dios, y es útil para enseñar a la gente, para ayudarla y corregirla, y para mostrarle cómo debe vivir.”

Después de considerar las versiones que siguen a la Reina Valera de 1960, se hace necesario que observemos si hay versiones de la Biblia que no siguen a la Reina Valera de 1960, y que, en cambio, comunican mejor el sentido real del texto griego de 2 Timoteo 3.16.

¿Qué versiones de la Biblia siguen la traducción que he hecho del texto griego?

1) La Biblia crítica Cantera – Iglesias: Todo escrito inspirado por Dios [es] también provechoso para enseñar, para corregir, para enderezar, para educar en [la] justicia

2) La Nueva Biblia Española 1976: Todo escrito inspirado por Dios sirve además para enseñar, reprender, corregir, educar en la rectitud

3) El Nuevo testamento Luís Alonso Schokel y Juan Mateos: Todo escrito inspirado por Dios sirve además para enseñar, reprender, corregir, educar en la rectitud

4) La Biblia Peshita: Toda Escritura que ha sido escrita por el Espíritu, es provechosa para enseñanza, para amonestación, para corrección, para instrucción en la justicia”

5) La Vulgata Latina: omnis scriptura divinitus inspirata et utilis ad docendum ad arguendum ad corrigendum ad erudiendum in iustitia”

6) La Sagrada Biblia, traducida de la Vulgata Latina: Toda escritura inspirada de Dios es propia para enseñar, para convencer, para corregir, para dirigir en la justicia”

Finalmente, antes de ofrecer una conclusión a nivel textual, creo que es oportuno que consideremos otros pasajes que de una manera u otra son relevantes en esta discusión.

1) 2 Timoteo 3.15. Es obvio, por el contexto, que 2 Timoteo 3.15 con la expresión “Sagradas Escrituras” (ta jiera grámata) está haciendo referencia sólo al AT (y no sabemos a qué porción del mismo). Por otro lado, podemos decir que 2 Timoteo 3:16 con la expresión “Escritura”(grafé) hace referencia tanto al AT (y no sabemos a qué porción del mismo) como a una parte de la literatura canónica del Nuevo Testamento (aunque tampoco sabemos a qué porción del mismo, compárese 1 Timoteo 5.18; incluso, el autor de 2 Timoteo 3.16 podría tener en mente una parte de la literatura cristiana que finalmente quedó fuera del canon). Por otro lado, 2 Pedro 1:21 tampoco habla de la inspiración total de la Biblia como la conocemos hoy, sino más bien y dada más que de la literatura profética del AT (esto deja de lado, las otras dos secciones del AT, la Toráh y la literatura de sabiduría o sapiencial). Ahora bien, es pertinente puntualizar que tampoco sabemos a qué porción de la literatura profética hace referencia 2 Pedro 1.21.

2) Romanos 1.2. Este es otro pasaje que tampoco sugiere que con el calificativo de “escrituras santas” el autor del NT (en este caso, Pablo sin discusión) tuviera en mente la totalidad del AT, es Romanos 1:2, precisamente por la forma de expresar lo que dice, “por medio de los profetas en las santas escrituras”, pues parece que el calificativo de “escrituras santas” hace referencia sólo a la literatura profética del AT. Esta evidencia nos lleva a concluir que no hay ningún pasaje Biblia que de manera expresa afirme la inspiración total de la Escritura. Ahora bien, en la versión Dios Habla Hoy (edición de estudio) encontramos una nota sobre Romanos 1:2 que dice: “Santas Escrituras: esto es lo que nosotros llamamos el AT; véase Hechos 3:18 y 1 Corintios 15:3-5”. Pero además, yendo a Hechos 3:18, encontramos una referencia a Hechos 8:32-35. Sin embargo, yo preferiría decir que por “Santas Escrituras” estos pasajes entienden una parte, específicamente la literatura profética, de lo que hoy llamamos Antiguo Testamento. Finalmente, me resulta llamativo que los tres pasajes a los que alude la nota al pié de pagina de la versión Dios Habla Hoy, no hacen más que fortalecer mi punto de vista, pues apuntan específicamente a la literatura profética del Antiguo Testamento.

3) Lucas 23.44. Con relación a este pasaje, reconocemos que hace referencia a la división tripartita del Antiguo Testamento hebreo; sin embargo, si para finales del siglo primero d.C. estaban en disputa la canonicidad de algunos libros del Antiguo Testamento, tenemos que concluir que no sabemos en qué porción de la triple división del Antiguo Testamento hebreo podría estar pensando el autor del evangelio de Lucas. Por ejemplo, es curioso que los libros que estaban en disputa a finales del sigo I (a.C.) y que posteriormente lograron el reconocimiento de su canonicidad pertenezcan a la tercera sección del AT hebreo, la de los ketubim (escritos), como Eclesiastés, Cantares, Ester y Daniel. Finalmente, el autor de Lucas-Hechos, no muestra en sus obras que cite o haga referencia a los 39 o 46 libros que protestantes y católicos asumen en su respectivo AT.

Conclusión primaria, sustentada en el elemento textual. Después de analizar minuciosamente el texto griego de 2 Timoteo 3.16 y su gramática, llegamos a la conclusión de que dicho pasaje no afirma que los 66 libros de la Biblia (versión protestante), ni que los 73 libros de la Biblia (versión católica), son inspirados por Dios; más bien afirma la utilidad y el papel de un libro o escrito que se considera inspirado por Dios. Ahora bien, es correcto decir que 2 Timoteo 3.16 no niega que los 66 ó 73 libros de la Biblia, en las respectivas versiones mencionadas, sean inspirados; sólo especifica la utilidad y valor de un libro o escrito que se considera inspirado por Dios. Sin embargo, es obvio que teológicamente dicho pasaje no se ha usado por no negar algo, sino por lo que se supone que sí afirma.

El segundo factor (de naturaleza histórica): la situación del canon del Antiguo Testamento para cuando se supone que fue escrita 2 Timoteo

Aunque se discute la autoría y fecha de 2 Timoteo, en todo caso, a pesar de la fecha en que se date, históricamente no es el último libro del Nuevo Testamento en ser escrito. Si fue escrita por Pablo, se fecha alrededor del año 65 E.C. (hay quienes la ubican en el año 74). Y si Pablo no fue el autor, se fecha hacia finales del siglo primero, o a comienzos del siglo II. Por otro lado, en lo que tiene que ver específicamente con el Antiguo Testamento, la verdad es que para la fecha en que se escribió 2 Timoteo, todavía los judíos no habían logrado un consenso total y definitivo sobre el canon del AT, pues persistía la discusión sobre la canonicidad de algunos libros como Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Daniel y Ester.

El tercer factor (también de naturaleza histórica): la situación del canon del Nuevo Testamento para cuando se supone que fue escrita 2 Timoteo

Para cuando se escribió 2 Timoteo, no es cierto que los 27 libros que componen el llamado canon del Nuevo Testamento estuvieran escritos. Además, tampoco es seguro que el autor de 2 Timoteo haya conocido todos los libros del Nuevo Testamento que ya habrían sido escritos para cuando se escribió 2 Timoteo. Se entiende que para cuando se escribió 2 Timoteo no se habían escrito los siguientes libros: 1, 2 y 3 de Juan, Apocalipsis, Santiago, Judas y 2 Pedro.

Conclusión basada en dos elementos basados en la historia: la situación del canon del Antiguo Testamento y del canon del Nuevo Testamento para cuando se escribió 2 Timoteo

2 Timoteo 3.16 no afirma que los 66 ó 73 libros de la Biblia son inspirados, pues para cuando se escribió dicha epístola, en primer lugar, todavía no se había logrado el consenso a que se llegó en los predios del judaísmo farisaico después de los años 90 d.C. (y esta realidad es aun más decisiva si se llega a la conclusión definitiva de que Pablo fue su autor, pues Pablo habría muerto antes del año 70 d.C.). En segundo lugar, porque cuando se escribió la segunda epístola a Timoteo (y la situación es más complicada si Pablo fue su autor, pues sería mayor la cantidad de los libros del actual Nuevo Testamento que faltarían por escribirse), todavía no se habían escritos todos los libros que al final formarían parte del Nuevo Testamento como lo conocemos hoy. Finalmente, tenemos que reconocer que tampoco es seguro que el autor de la segunda epístola la Timoteo (si no fue Pablo) haya conocido todos los libros del Nuevo Testamento que estuvieran escritos para tal ocasión.

Después de este análisis, una pregunta final, ¿qué valor tiene 2 Timoteo 3.16 para nuestra valoración de la Biblia como libro normativo y referente vital para la creencia (doctrina) cristiana y para el modo de vida cristiano (la praxis)?

Simplemente diría que, si la iglesia llegó a reconocer la inspiración divina en los libros que conforman nuestras Biblias, entonces a la luz del real sentido del texto griego de 2 Timoteo 3.16, entendido en su debido contexto histórico; la iglesia tiene el deber y el desafío de defender y asumir con seriedad en la práctica el valor de este conjunto de libros como vitales para los fines que precisamente establece dicho pasaje: Toda (cada) escritura (escrito) inspirada (que está inspirada) por Dios, también es útil, para la enseñanza, el convencimiento, la corrección, para la instrucción en la justicia. Para que el hombre (la persona) de Dios esté capacitado y completamente preparado para hacer toda clase de bien (versículo 17).

Héctor Benjamín Olea Cordero

Presidente del Instituto Dominicano de Ciencias Bíblicas IDCB, Inc.

Reconocido biblista y teólogo protestante. Profesor universitario de hebreo, griego, estudios bíblicos, y teológicos.

 

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LAS LENGUAS: Señal de Rechazo

La función de las lenguas en el contexto de lo escrito a los Corintios, es como una señal a Israel de la maldición del pacto sinaítico por parte de Dios en correspondencia con su incredulidad manifiesta. Pablo explícitamente sugiere esto en 1 Corintios 14:20-22:

Hermanos, no sean niños en su modo de pensar. Sean niños en cuanto a la malicia, pero adultos en su modo de pensar. En la ley está escrito: «Por medio de gente de lengua extraña y por boca de extranjeros hablaré a este pueblo, pero ni aun así me escucharán»,[Ver Isaías 28:11]  dice el Señor.  De modo que el hablar en lenguas es una señal, no para los creyentes sino para los incrédulos; en cambio, la profecía no es señal para los incrédulos sino para los creyentes.

Para comprender apropiadamente la intención de Pablo, debemos entender el trasfondo del Pacto con el pueblo de Israel.

Las Escrituras Hebreas enseñan  que Israel era un pueblo especial para el propósito de Dios. El Señor bendijo ricamente a Israel en términos de Su pacto y por causa de la promesa en numerosos aspectos. De entre todas las naciones Él estaba obligado en un amor especial de ese pacto sólo para con Israel (Deut. 7:6-8; Amós 3:2. De modo que sólo ellos recibieron Su Ley llena de gracia (Deut. 4:10-13; Salmo 147:19, 20), sin embargo, este mismo pacto estaba condicionado a su estricto cumplimiento:

Si no te empeñas en practicar todas las palabras de esta ley, que están escritas en este libro, ni temes al Señor tu Dios, ¡nombre glorioso e imponente!, el Señor enviará contra ti y contra tus descendientes plagas terribles y persistentes, y enfermedades malignas e incurables. Todas las plagas de Egipto, que tanto horror te causaron, vendrán sobre ti y no te darán respiro.  »El Señor también te enviará, hasta exterminarte, toda clase de enfermedades y desastres no registrados en este libro de la ley. Y tú, que como pueblo fuiste tan numeroso como las estrellas del cielo, quedarás reducido a unos cuantos por no haber obedecido al Señor tu Dios.  Así como al Señor le agradó multiplicarte y hacerte prosperar, también le agradará arruinarte y destruirte. ¡Serás arrancado de raíz, de la misma tierra que ahora vas a poseer! »El Señor te dispersará entre todas las naciones, de uno al otro extremo de la tierra. Allí adorarás a otros dioses, dioses de madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados conocieron.” Deut. 28:59-64 (Ver también Exodo 19:5; 2 Crónicas  33:8)

Por tanto, ese mismo  pacto se convertiría en maldición. La vida del pacto era una vida de privilegios asi  como de serias responsabilidades. Mientras que la obediencia al pacto traía bendiciones espirituales y materiales al pueblo, la desobediencia traía maldiciones espirituales y materiales (Deut. 28:15-68). Israel conocía la naturaleza del pacto: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra… Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán» (Deut. 28:1, 15; cp. Deut. 30:15-19; Josué 1:6-9).

Israel consintió voluntariamente al pacto (Éxo. 24:3, 7) y dramáticamente puso al cielo y a la tierra como testigos de ello. (Deut. 30:19, 32:1; Isa 1-2).

Israel era una nación con un pueblo acostumbrado a recibir señales a lo interno de su historia del pacto: «No vemos ya nuestras señales; no hay más profeta» (Salmo 74:9). «Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal» (Mateo 12:38).

«Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con terror grande» (Jer. 32:21). «Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría» (1 Cor. 1:22). De manera, que a acada castigo por faltar al pacto les fueron dadas señales de advertencia indicando que lo acontecidoera un justo juicio de Dios (justo como la confusión de lenguas en Babel expresara la ira de Dios, Gén. 10:7-9). La señal particularmente dolorosa de la maldición nacional sería la presencia de un pueblo que hablara un idioma extranjero invadiendo la nación (cp. Salmo 81:5; 114:1; Eze. 3:5).

  • Esta señal se menciona en las cláusulas de bendiciones y maldiciones asociadas con el pacto de Deuteronomio 28. “Jehová traerá contra ti una nación de lejos, del extremo de la tierra, que vuele como águila, nación cuya lengua no entiendas» (Deuteronomio 28:49 v. 19; cp. Lev. 26:17).
  • El profeta Jeremías advirtió: «He aquí yo traigo sobre vosotros gente de lejos, oh casa de Israel, dice Jehová; gente robusta, gente antigua, gente cuya lengua ignorarás, y no entenderás lo que hablare.» (Jeremías 5:15).
  • Isaías también advierte: «Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo» (Isaías 28:11).
  • Al hablar de la eliminación de la maldición y del regreso a la bendición del pacto, la señal de la maldición sería eliminada, como Isaías profetiza: «No verás a aquel pueblo orgulloso, pueblo de lengua difícil de entender, de lengua tartamuda que no comprendas» (Isaías 33:19).

Está claro, entonces, que la presencia de lenguas era una señal de maldición contra Israel.  El fenómeno de las lenguas puede explicarse a través del don de profecía, es decir, la función fue de hablarle de manera diferente a un pueblo incrédulo para que la palabra profética se cumpliese.

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CULTO A LOS ÁNGELES

Encontramos la palabra “ángel”, 213 en las Escrituras Hebreas y 74 en las Escrituras Griegas, del hebreo “malak  significa “enviar” y “mensajero, Es más frecuente en los libros históricos, donde generalmente tiene la acepción de «mensajero»; si bien es cierto los “ángeles”  tuvieron gran relevancia en misiones especificas ordenadas por Dios para  con el pueblo de Israel, debemos apreciar las aclaraciones del apóstol Pablo sobre estos principados y potestades, observemos: “Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo?1:6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego.
”  (Hebreos 1:5-7)  Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?  ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?(Hebreos 1:13-14); insisto “fueron enviados para servicio en el antiguo pacto.”

Tanto en las Escrituras hebreas como griegas, se habla de dos siglos o edades, la expresión; “el fin del siglo”, tiene mucha relación con el fin del pacto de la ley que Dios estableció con Israel, en cambio la expresión “siglo o mundo  venidero” tiene relación directa con el establecimiento de la Iglesia (nuevo pacto). La posición de la iglesia, la cual es el cuerpo de cristo es la siguiente: «Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.» (Efesios 1:22-23): de manera que nuestra posición y condición  siendo el cuerpo de Cristo es eminente, sobre todo lo creado.

¿Cuáles la  Función tienen los ángeles en este siglo venidero o mundo venidero?, Observando lo escrito por Pablo: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos; 2:8 Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. ” (Hebreos 2:5-8)

En otras palabras,  Dios no sujetó el dominio de los ángeles el mundo venidero del que estamos hablando, comprendemos entonces que los ángeles no tienen ningún rol en el servicio a la iglesia.

 Los “ángeles”  tuvieron un papel relevante en la ejecución del pacto ordenado en el monte Sinaí; respaldaron a Moisés como mediador frente al pueblo de Israel, como Pablo bien lo declara:  “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.  Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.  (Gálatas 3:19-20)

Los ángeles ordenaron, promulgaron la ley, la promulgación es un acto formal y solemne, realizado por el jefe de Estado, gobernador, o una potestad competente a través del cual se atestigua la existencia de una ley, a la vez que ordena cumplirla y hacerla cumplir, dándole a la misma fuerza ejecutiva un carácter imperativo.

Pensar que los ángeles tienen una función en la actualidad de servicio para la iglesia como la que realizaron con el pueblo de Israel, no se ajusta al consejo paulino: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,  y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,  todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. (Colosenses 2:14-19)

Cristo  anulo y quito el acta de los decretos, y despojo a estos ángeles de su rol, de su función y fueron exhibidos públicamente, los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.

Aceptar la intervención angelical en la vida de un creyente es menosprecio de su posición de privilegio, está menospreciando su premio, se está privando de su posición y condición en Cristo que sometió todos las cosas bajo los pies de la iglesia, por consiguiente está afectando humildad y dando culto a los ángeles, reverencia o poniéndolos en un lugar superior al mismo creyente que los ángeles no tienen en este nuevo pacto, siglo venidero o mundo venidero.

 Nadie los defraude de su premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, envanecido sin causa por su mente carnal,  pero no asiéndose a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, nutrido y unido por las coyunturas y ligamentos, crece con un crecimiento que es de Dios. “ (Col 2:18-19 NBLH)

 Finalizo “Antes,  en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte,  ni la vida,  ni ángeles,  ni principados,  ni potestades,  ni lo presente,  ni lo por venir, ni lo alto,  ni lo profundo,  ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,  que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 8:37-39)

Basta ya de dar culto a los ángeles, tu eres el mismo Señor, el que se une al señor un mismo espíritu es con él, todo te fue dado.

Gracia y Paz. 

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